EL MUSEO DE LA RESACA ES UN LUGAR LLENO DE ANÉCDOTAS DIVERTIDAS Y BOCHORNOSAS QUE NOS HACE PENSAR QUE QUIZÁ DEBERÍAMOS BEBER MENOS.
¿Cuántas historias te conoces de borracheras que han sido una locura? Y al día siguiente prometiéndote a ti mismo que no volverías a beber. Promesas vacías por supuesto. Y es el que alcohol nos desinhibe, pero también nos hace un poquito gilipollas. Y en esas gilipolleces se basa el origen del museo de la resaca.

EN CASTELLANO POR FAVOR
En Zagreb, Croacia, han creado el Museo de la Resaca, en honor a aquellas historias que contamos al día siguiente de una fiesta donde hemos bebido de más. No sabemos qué tiene Zagreb, pero sus museos son súper originales. También tienen un Museo de las Rupturas. Pero no nos desviemos del tema…

En el Museo de la Resaca hay cuatro salas que consisten en las etapas de una ardua vuelta a casa. La primera es la Calle, llena de grafitis. Siempre se ve distinta de noche que de día, pero si a eso le añades unas cuantas copas flipas. Aquí puedes jugar a los dardos con unas gafas especiales que alteran tu visión tanto como el alcohol.
Así llegamos a la segunda sala, una llena de espejos, que imitan los escaparates de las tiendas por las que pasamos, donde vemos nuestro reflejo demacrado.


La tercera sala es el Jardín, donde escuchas el trinar de los pájaros que te ven llegar con tan lamentable aspecto a tu casa. Y llegamos a la última sala, la Habitación. Desordenadísima, llena de botellas y objetos extraños. Y es que, ¿quién no se ha despertado con un algo raro tras una noche de fiesta que no sabes ni cómo ha llegado a ti? Pues aquí hay una pizarra donde la gente va anotando estos peculiares recuerdos. Tras “Esta mañana me desperté con…” hay escrito “dos perros errantes”, “mi ex”, “un montón de calabazas”. ¿Qué añadirías tú?

La experiencia termina con una sesión interactiva, en la cual los visitantes comentan entre risas sus resacas. Porque así es como empezó toda esta historia.

WHO THE FUCK IS THAT GUY?
¿Cómo va a surgir este Museo de la Resaca? Pues de una de ellas, of course. Rino Dubokovic era un universitario cualquiera. Es decir, salía más que el sol por la mañana. En una de estas, empezó a hablar con sus colegas de historias de borrachos y de resacas. Y se le ocurrió crear una colección de objetos que contaban las historias de esos ciegos.
Dicho y hecho, el muchacho se puso las pilas y seis meses después ya estaba listo en el Museo de la Resaca.

MENUDA PAPA
Este peculiar museo no es una oda al alcohol. Mezcla las historias graciosas con mensajes que advierten de los riesgos del uso excesivo del alcohol. Porque no hay nada más normalizado que beberte unas cañas, unos vinos o unas copas. Pero nadie quiere oír que el alcohol mata a unas 3.3 millones de personas al año.
Cuando la gente va se ríe mucho, y es que hay historias muy tronchantes. Los visitantes escriben sus relatos y los cuelgan en una de las paredes del Museo de la Resaca. Hay una de un chico que llegó a su casa por la mañana con tal papa que le enseñó su DNI a su propia madre, que iba uniformada de policía porque se iba al trabajo. El tío pensaba que estaba en la puerta de la discoteca.

Pero claro, entre todas las historias hay algunas algo complicadas o bochornosas.
«Estoy muy impresionado, pero también horrorizado, ya que todo esto me trae muy malos recuerdos, aunque también muy buenos recuerdos» Andrew Hardie, de 29 años, un visitante procedente de Edimburgo.
Es esa mezcla extraña entre hacer algo que te divierte y no al mismo tiempo. ¿No habría otra forma menos dañina de conseguirlo?

¿QUÉ NECESITO SABER?
- En su web puedes ver un poco mejor la experiencia.
- Tienen tantas historias nuevas de visitantes que han abierto un blog. Si te animas puedes enviar la tuya.
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