LOS PRINCIPALES VISITANTES SON LOS PECECILLOS Y NO PAGAN ENTRADA.
Hay pececillos y no es un acuario. Hay esculturas y no es una galería. Pagas entrada pero no hay una puerta por donde entrar. Adivina adivinanza, ¿de qué lugar hablamos? Pues nada más y nada menos que del Museo Atlántico, el museo submarino de Lanzarote donde flipar a través de unas gafas de buceo.

EN CASTELLANO POR FAVOR
En el sur de la isla de Lanzarote, en la Bahía de Las Coloradas hay una preciosa playa de aguas turquesas. Pues justo ahí se encuentra un espectáculo sinigual. Y es que el primer museo submarino de arte contemporáneo de Europa fue a parar allí, a Lanzarote mismo. Parece ser que no teníamos suficiente arte en la tierra y nos fuimos al mar.
El escultor británico Jason deCaires Taylor ha creado una experiencia submarina donde bucear entre más de 300 esculturas a tamaño real. A unos 12 metros de profundidad podrás encontrar ese paraíso tan peculiar, una fusión visual entre el arte y la naturaleza submarina que te dejará con la piel de gallina.

Como cualquier arte que esté expuesto a las condiciones naturales, las esculturas se van transformando a media que las va colonizando la naturaleza. Están hechas con hormigón de pH neutro, que hace se impulse la biomasa marina con el paso del tiempo, ayudando a la reproducción de las especies de la isla. Se convierten en auténticos arrecifes a gran escala. Es más, tampoco ha habido que esperar mucho para ver resultados. Desde que se puso la primera estatua ya ha aumentado la población de las especies marinas de la zona, como tiburones ángel, barracudas, pulpos, raya mariposa, sardinas y esponjas marinas. También puedes nadar por ahí con tortugas, medusas, anémonas y moluscos. Ríete tú de los acuarios.
INSPIRACIÓN ISLEÑA
Algunas de estas esculturas están inspiradas en los lanzaroteños y sus costumbres. Entre ellas están los jolateros, niños que para jugar construían barquitas con bidones de petróleo y las utilizaban para competir yendo de un lado de El Charco al otro. También está la “pira inmortal”, una tradición de incineración en la isla.



Otras esculturas hacen referencia a asuntos más actuales. Como aquellas que están con cámaras de fotos, crítica a la necesidad de retratarlo todo, perdiéndonos muchas veces la esencia de estar ahí presente. ¿Será por nostalgia? ¿Por la angustia del tempus fugit? ¿O por pensar que todo tiempo pasado fue mejor? Como nos decían nuestras madres cuando éramos pequeños y veíamos la tele muy de cerca “se te va a quedar la cara cuadrada”. Con el vicio que tenemos ahora se nos quedaría con forma de iPhone.

La Balsa de Lampedusa es una especie de zodiac con 13 personas que parecen ser refugiados. Dura reflexión verlo bajo en agua… Y mazazo de realidad ver que justo enfrente una pareja se hace un selfie con ellos. Parece ser que estamos muy conectados a las redes pero muy poco conectados con la humanidad.

Entre las más fotografiadas está el Remolino Humano, que son unas 200 esculturas en un torbellino, vulnerables frente a la fuerza del mar. Pero tienes tantas más y tan fascinantes que esto es tan solo un aperitivo de todo lo que puedes flipar ahí abajo.

NOS ESTAMOS CARGANDO EL ECOSISTEMA
Sin duda. Por eso el Museo Atlántico está haciendo justamente todo lo contrario. Su objetivo es proteger y conservar el medio marino, además de reeducar a la gente para que no nos lo carguemos, característico de los trabajos de Taylor.
Pero esto de crear un arte ecológico que mejore nuestra relación con el mundo natural no es nuevo. Se llama Eco-Art y es un movimiento creado por artistas preocupados por el medio ambiente. El problema es que el cambio climático va tan acelerado como tus pulsaciones cuando le das like a una foto que no debías. Por eso el arte ecológico está cada vez más en auge. Los eco-artistas abordan la estética, la ética, la cultura, la política y la economía, y cómo eso impacta en el ecosistema.
Esto sí que es cambiar el mundo. ¿De qué manera podrías aportar tu granito de arena?

¿QUÉ NECESITO SABER?
- Hay que reservar con antelación, ya que solo pueden acceder 15 buceadores por visita.
- La experiencia dura una media hora y no está a mucha profundidad, unos 12 o 15 metros.
- Es una inmersión sencilla. Puedes ver el museo submarino de Lanzarote haciendo snorkel, apnea o buceo.
- Eso sí, para poder verlo tienes que contratar la visita con algún un club de buceo autorizado que te gestione todos los requisitos necesarios.
- Si no sabes bucear, hay disponible bautismos de buceo intensivos para que puedas hacerlo sin problemas.
- Sigue nadando.
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