Prepara todos tus sentidos para este paseo entre monstruosas tartas que te atraen y te causan repulsión al mismo tiempo.
¿Recuerdas la mítica escena de Matilda donde la adorable señorita Trunchbull obliga a comerse a Bruce una tarta de chocolate entera? Pues algo así nos imaginamos que es esta galería experiencial de Los Ángeles. Un lugar que a primera vista te resulta fascinante y que posteriormente rechazas cuando descubres a dónde nos lleva la gula. Y no, no es al infierno como dicen los siete pecados capitales…

EN CASTELLANO POR FAVOR
No hace falta que seas un genio en inglés, todos los que amamos el dulce sabemos lo que significa cake. Pues la tierra de los pasteles, o Cakeland, resulta que es una galería experiencial brutal situada en el Chinatown de Los Ángeles. Por eso quizá se quiso mimetizar con el ambiente y puso como guardianes de Cakeland a dos dragones cantoneses.

Como si se tratase de una exposición convencional, pasas por varias salas. Pero nada más lejos de la realidad, porque nada más cruzar el umbral de la puerta te encuentras como en una oscura cueva de hielo, que te prepara para entrar en la experiencia inmersiva. Y es que cada habitación está completamente diseñada para provocarte diferentes estados emocionales.
No sabes ni cómo pero te acabas de adentrar en otro mundo. Un mundo abarrotado de tartas gigantes y de nata montada. Que tú piensas, oye ni tan mal. Pero su aspecto es tan salvaje como delicioso y -entre la tenue iluminación, los caleidoscopios que se forman y la sobre saturación del estilo barroco que lo caracteriza- te hace estar como inquieto, como si algo malo fuese a pasar. Es una sensación curiosa, estar entre algo tan socialmente aceptado como son los dulces y que sin embargo te genere esta incomodidad.
Y eso es precisamente lo que Scott Hove pretendía.

WHO THE FUCK IS THAT GUY?
Hove es de San Francisco y lleva toda su vida coleccionando comida falsa. Why not? Pero lo que le llama la atención de aquello es que, aunque sea falso, si es súper realista te incita a comerlo, por muy interiorizado que tengas de que no es verdad. Por eso ha dedicado parte de su vida a recrearlas de alguna manera.

En las obras de Cakeland, da un aspecto terrorífico a estos dulces falsos híper realistas, haciendo que esta galería experiencial te provoque atracción y repulsión al mismo tiempo. Is this real life?
Curiosamente al tío no le molan mucho los pasteles, pero sí que reconoce que culturalmente están tan arraigados a ciertas costumbres (cumpleaños, bodas, celebraciones…) que provocan una sensación positiva.

LA MATERIALIZACIÓN DEL HEDONISMO
Estando aquí nos paramos a pensar en esa parte del ser humano controlada por la satisfacción del yo presente. Porque, ¿hay alguna necesidad real de comer una tarta? Si nos vas a venir con el cuento de la glucosa stop it, que tú mismo sabes que es una autojustificación bastante mala. Pero te entendemos. Joder, es que tienen tan buena pinta… Que al final resulta un trabajo luchar con todos los estímulos que nos incitan a caer en una espiral de glotonería.
Por eso nos flipa cuando un artista nos lo muestra de esta manera, porque es una representación muy real de ese momento de atracción máxima y rechazo profundo.

¿QUÉ NECESITO SABER?
- Esta impresionante galería experiencial acoge ahora la exposición “The beauty war”, donde le ha dado un contexto más profundo a la obra, utilizando la belleza monstruosa de las tartas para mostrar las dificultades que sufre el ser humano a lo largo de su vida. Si te interesa tienes que ver su teaser, es brutal.
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